lunes, 9 de abril de 2012

002-Pedro Ribalta, revisor de M.Z.A. y precursor del sindicalismo ferroviario.

Nº002


Firmó en 1912 la huelga más importante ocurrida hasta entonces

Los ferroviarios españoles crearon en los últimos años del siglo XIX algunas sociedades de resistencia y promovieron algunos conflictos¡ pero no tuvieron verdadera fuerza como colectivo laboral hasta que se organizaron en 1909¡ a la sombra de la Casa del Pueblo¡ en la Unión Ferroviaria.

En esta situación de auge del movimiento obrero ferroviario nos encontramos con la figura de Pedro Ribalta, un revisor de M.Z.A., cuya primera actuación llamativa conocida es el envío, con fecha 31-10- 1910, de una carta anónima al Presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, con el ofrecimiento, eso sí, de identificarse si a través de la prensa le garantizaba que no sufriría represalias de la Compañía.


En este escrito exponía las injusticias sufridas por los ferroviarios y el malestar reinante entre los mismos, y explicaba que tenía confeccionado un extenso programa sobre las justas reivindicaciones de este personal. Confiaba, asimismo, en que serían tomadas medidas para mejorar la condición de estos obreros, que querían mantenerse independientes de cualquier partido político, pero que podrían verse obligados por las circunstancias a unirse a partidos extremos.


Este escrito, como era de prever, no obtuvo contestación y Ribalta lo dio a conocer, junto con su programa, en la revista "Adelante", a partir de marzo de 1912, bajo el seudónimo de Juan Buscam. Al hacer público su anónimo, Ribalta dice que la Unión Ferroviaria "es la que nos ha de dar las mejoras que necesitamos", pero a renglón seguido indica que tal como están constituidas las secciones "no iremos a ninguna parte", y que piensa publicar un reglamento para la misma, pues el que está en vigor "es como la carabina de Ambrosio".


En concordancia con estas manifestaciones, la Sección Catalana venía funcionando autónomamente, por no estar de acuerdo con algunos puntos de los estatutos y defender ideas tales como la de no ser necesarias las cajas de resistencia, y la conveniencia de invertir en acciones de las Compañías para poder llegar a formar parte de los Consejos de Administración de las mismas.


Dada esta situación, La Sección Catalana no fue convocada para participar en el 1 Congreso Nacional Ferroviario, que se iba a celebrar a partir del 24 de junio de 1912. Pero la dirección de "Adelante" consiguió poner en contacto a Ribalta y al presidente de la Unión Ferroviaria, Vicente Barrio, y la Sección Catalana pidió formalmente, y obtuvo, su ingreso en la Unión Ferroviaria y participó en el Congreso.


Los dos acuerdos fundamentales de este Congreso fueron la transformación de la Unión Ferroviaria en la Federación Nacional de los Ferroviarios Españoles y la aprobación de las bases o peticiones a formular a las Compañías. Estas peticiones, fueron enviadas a las mismas por el Comité Nacional, el 20 de julio, sin dar plazo para contestar.


Pero la Sección Catalana se mostró enseguida inquieta y con fecha de 29 de julio remitió carta a las otras secciones de la Federación mostrando su disconformidad con la forma en que habían sido enviadas las peticiones y solicitando su apoyo para el caso de "exigir y no implorara" la inmediata contestación de las Compañías.


Al tener conocimiento de esto, el Comité se dirigió a las secciones haciendo ver que había actuado según lo acordado y que el proceder de la Sección Catalana era incorrecto, al dirigirse directamente a las otras secciones. La tensión entre los catalanes siguió subiendo y el 6 de septiembre celebraron una asamblea, en la que acordaron formular nuevas peticiones a la Compañía M.Z.A. y darla un plazo de 8 días para contestar, y si no se recibía contestación o esta no era satisfactoria, ir a la huelga.


Tras estos acuerdos, se precipitaron los hechos, en los que Ribalta, presidente de la Sección, es uno de los principales protagonistas y aparece enigmático y contradictorio, quizá desbordado por las bases y arrastrado más allá de donde, en principio, pensaba llegar. Así el Gobernador de Barcelona, en carta dirigida el 13 de septiembre al director de M.Z.A., Eduardo Maristany, opina que Ribalta no quiere la huelga, aunque la masa, en general, de los ferroviarios catalanes tenía como una ilusión infantil ir al paro, y que el mejor instrumento para llegar a una transacción sería este hombre.


Más adelante el gobernador añade: "Ribalta tiene su amor propio comprometido en que las concesiones que hagan las Compañías sean a la Red catalana en vez de a la Unión General de Ferroviarios, y hasta llegó a decirme, y esto se lo digo con la mayor reserva, que de este modo esta Unión General Ferroviaria sería quebrantada al ver sus afiliados que otros recibían más positivo resultado que ellos, y que, por consecuencia, se quebrantaría la conjunción republicano- socialista a que aquella Unión Ferroviaria pertenece".


Luego Ribalta formará parte de la comisión que viajó a Madrid el 14 de septiembre para tratar de parar el movimiento huelguístico en marcha, y se entrevistó con el ministro de Fomento y con el propio presidente del Gobierno, sin que consiguieran llegar a un acuerdo. En la prensa de esos días se puede leer que Ribalta estaba decidido a declarar la huelga y que había manifestado que solos o acompañados irían a ella si no se les daban las debidas satisfacciones.


Hay que destacar, por otra parte, que el Comité Nacional de la Federación de los Ferroviarios estaba en contra de que los catalanes se declarasen en huelga, por considerarlo prematuro y porque, en todo caso, la decisión debía tomarla el Comité. Por ello, pidieron a las secciones que si la Catalana se dirigía a ellas, la hiciesen ver la improcedencia de su actuación y la conveniencia de atender los consejos del Comité. Posteriormente, el 17 de septiembre, cuando ya había sido hecho el anuncio oficial de la huelga, en entrevista mantenida por los miembros de la Comisión con los del Comité, estos trataron de disuadir a aquellos de sus propósitos, pero Ribalta manifestó que el personal de la Red catalana estaba muy excitado y deseoso de ir a la huelga y que sería muy difícil contenerlo. Ante ello, los del Comité pidieron que el paro se circunscribiera a la Red Catalana, y al día siguiente enviaron una circular a las otras secciones para que se dirigiesen a la catalana pidiendo que dejasen en suspenso su acuerdo de huelga.


Al final tras los últimos intentos de llegar a un acuerdo, Ribalta firmó la orden de huelga, que comenzó a las 24 horas del 24 de septiembre y desencadenó una dinámica que llevó a la declaración oficial de huelga general ferroviaria. Duró hasta el 5 de octubre, día en el que, ante la promesa del Gobierno de enviar a las Cortes un proyecto de Ley para atender las aspiraciones razonables de los ferroviarios, los huelguistas acordaron volver al trabajo el día 7.


Por lo que a Ribalta se refiere, 6 meses después de estos hechos fue despedido por la Compañía, la cual mediante una circular de 24 de marzo de 1913, quiso dejar claro ante el personal que la resolución tomada con respecto a su compañero nada tenía que ver con los sucesos de septiembre y octubre de 1912, que habían sido "liquidados", como lo probaba el ascenso de Ribalta y que su cambio de destino se había hecho de forma que no se le perjudicaba en sus emolumentos.


Pero su actuación, escribiendo bajo un seudónimo bien conocido, artículos que atentaban a la disciplina y al prestigio de los jefes, "como el que no tiene más fin que exaltar su propia personalidad, sirviéndole de pedestal todo el personal". Sus grandes aspiraciones en el orden político, espontáneamente manifestadas al Subdirector de la Red. catalana, quien había llegado a comprender que Ribalta "sólo consideraba su actual posición como medio de adquirir la suficiente po-pularidad en los partidos avanzados y obtener una representación de Cortes". Sus mítines en Granollers y La Barceloneta, había hecho imposible mantener la situación.



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